miércoles, 5 de septiembre de 2012

Columna XI

Porque ese momento en el que busco algo y solo te encuentro a ti, ese momento es el mejor del día.

Si hay una cosa que puede hacer que los no creyentes se cuestionen la no existencia de Dios, son aquellas situaciones en  las que dudamos sobre si lo que estamos viendo -y viviendo- es real o producto de algún hechizo que los creyentes llaman milagro. Te sientes "cultivado" en algún futuro post-apocalíptico; que todo lo que sientes y estás viendo es producto de un sueño tecnológico, de pequeños impulsos eléctricos que deciden qué mostrarte ahora, si una sonrisa o quizá una juguetona lengua.

La simple cuestión de la realidad es una de las razones por la cual éste es un mundo único, capaz de sorprenderte tras cada esquina, en cada recoveco; con cada pequeño detalle, con cosas simples y cotidianas, pero que con una atmósfera adecuada pueden llegar a convertirse en imposibles, tanto que nuestro racional cerebro se colapsa y llega a preguntarse si esta mujer que tengo delante, abrazándome, y recibiendo mi abrazo, es real. Se pregunta si esa sonrisa no es producto de fluctuaciones en las ecuaciones de la vida, un error del universo, pues el universo tiene por única regla no mostrarnos imágenes que puedan colapsar nuestro diminuto cerebro por ser demasiado hermosas, es por eso que se vuelven imposibles.

Aquí tenemos al Hombre, representado por un capullo, ante la más imposible posible imagen del error más bonito que ha tenido el universo, representado por una preciosa mujer sonriente. Aquí el error deja su definición de concepto equivocado para tomar la de solución correcta a todos los problemas de la vida. Es un éxito, un éxito con bañera, que se lía tabaco, que se ríe y que me hace feliz. Porque un día estás pensando en tus sueños y en un parpadeo se han llegado a cumplir (quizá en cierta medida), te ves viejo y a punto de morir, piensas que la vida ha pasado como un relámpago ante tus ojos y que la has desaprovechado, pero entonces piensas en cada mínimo y precioso detalle que has vivido con ese "error" en los cálculos del universo, ese segundo se convierte en minutos, ellos en horas, en días, en semanas, en meses, en años... y recuerdas todo. Es un gran final, coño.

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